sábado, 7 de septiembre de 2019

Procesos de Transformación Cultural en Seguridad: Hacia una cultura del cuidado, responsable y sostenible


Mg. Julissa Ittusaca Coloma
Consultor – Coach profesional
Soluciones Psicológicas


Los programas de seguridad tradicionales

En mi experiencia, he visto que muchas empresas implementan diversos programas de seguridad que incluyen:

·                     Reuniones, capacitaciones y entrenamientos en seguridad para líderes
·                     Capacitaciones y entrenamientos para operarios
·                     Procedimiento de observación de comportamientos
·                     Procedimientos de retroalimentación en seguridad
·                     Campañas de actividades lúdicas en seguridad
·                     Programas de refuerzo a través de premios
·                     Auditorías e inspecciones de seguridad
·                     Procedimientos
·                     Celebración del día de seguridad
·                     Talleres para incluir a la familia en la seguridad
·                     Carteles
·                     Contómetro de cero accidentes, etc. 

Todas estas actividades son importantes para tener un nivel de seguridad promedio; es decir, todo el mundo los tiene. La diferencia está, en que sean implementados de manera adecuada, con revisiones permanentes y cambios oportunos.

Los programas de seguridad con enfoque conductual, han generado grandes descubrimientos y grandes aportes en prevención de riesgos laborales, y han estado siempre justificados en las estadísticas, las cuales muestran que el 80 a 90% de los incidentes son el resultado de actos inseguros. 

La Pirámide de Frank Bird

Esta pirámide fue planteada para entender la causalidad de los accidentes de trabajo, desde un enfoque científico, fue replanteada e investigada por Bird en los años 60.

El énfasis de Dupont en los actos inseguros reconoce la jerarquía representada, generalmente en esta pirámide.
Fuente: Pirámide de Bird, 1969

Geller, se refiere a esta pirámide como el triángulo reactivo. Él nos dice que los enfoques basados en tal modelo son reactivos en lugar de ser preventivos, aun considerando Bird, a la detección anticipada de los actos subestandar o riesgosos. Nos indica que, aquí la atención se centra en la disminución de los actos inseguros. Está lógica, proviene de un estudio donde resultó que, a menor índice de comportamiento seguro, mayor índice de lesiones. Entonces, Geller sugiere que los esfuerzos de estos programas de seguridad deben estar orientados a incrementar los actos seguros y no a disminuir los inseguros o sub estándar.

Podemos señalar que las estrategias de intervención, no solo deben poner el foco en el resultado “disminuir los actos inseguros o los accidentes”, el desafío es abordar el proceso de trasformación de la cultura de seguridad.

Dupont y la curva de Bradley

En la gráfica de la curva de Bradley, se observa el proceso histórico por el que ha atravesado el quehacer de la prevención de riesgos laborales.


Dupont 2019

Con los programas de enfoque conductual, hemos llegado hasta la etapa de independencia; es decir, se ha logrado que el trabajador haga conciencia de su responsabilidad en el proceso de autocuidado, que conozca sus riesgos y posea herramientas para prevenirlos. Llegar hasta esta etapa, ha reducido considerablemente la accidentabilidad, pero aún hace falta mirar de manera sistémica y entender que no solo se trata de disminuir los accidentes o los actos inseguros; sino además de ello, se trata de lograr una convivencia armónica, que genere bienestar y salud entre trabajadores, donde se logre generar acuerdos, donde se sienta la confianza y surja la colaboración, donde tengan una comunicación fluida y de respeto, donde cada uno tome responsabilidad por sí mismos y por los demás. Esta etapa es la que Bradley denomina interdependencia y se refiere a trabajo en equipo. En mi opinión, es más que el trabajo en equipo, pero se inicia por la etapa de querer transformarnos en una cultura colaborativa, de involucramiento individual para alcanzar el organizacional.

La Seguridad basada en las Relaciones

Eckenfelder, citada por Carrillo (2012), dice que la seguridad basada en el comportamiento, coloca los comportamientos como el centro o el cimiento de la prevención de riesgos, esto es un error. El propone que son sólo una parte del conjunto de interrelaciones en una organización. Señala que esta situación tan problemática no es principalmente un problema técnico o conductual, es un problema social y cultural. Esto quiere decir que, si queremos intervenir de manera efectiva y sostenible el tema de prevención de riesgos, debemos abordar el problema desde las relaciones entre trabajadores; y definitivamente, esto nos lleva a mirar la dinámica relacional, que implica observar no solo conductas, sino también conversaciones, emociones, el lenguaje.

Carrillo (2012), señala que una importante estrategia de intervención implica la formación de habilidades relacionales. Las relaciones saludables en todos los niveles de la organización son un importante componente de culturas positivas de la seguridad, pero crear una cultura es radicalmente distinto a fabricar aviones. Si bien ambos procesos son complejos, sólo uno de ellos es en vivo, lo cual significa que las reacciones e interacciones siempre presentan un elemento de imprevisibilidad. Entonces es importante fomentar una conciencia constante y estar abiertos a la comunicación y la confianza.

“Invertir en el desarrollo de habilidades para crear relaciones no significa que una organización deba abandonar la capacitación, análisis de peligros ni procedimientos operacionales. Significa abrir los ojos ante toda la historia de influencias en el comportamiento humano. Significa considerar de qué manera la comunicación afecta las emociones y, por lo tanto, la conciencia de que las mejores acciones y las medidas correctivas más eficaces se pueden adoptar antes de que las deficiencias creen una falla. La seguridad se sostiene como una prioridad dentro del contexto de relaciones, haciendo que la creación de entornos de trabajo de alta confianza entre los miembros y funciones de la organización sea altamente importante (Carrillo, 2012).

La biología-cultural y su aporte a la prevención de riesgos laborales

Revisemos con detenimiento lo que nos muestra Humberto Maturana, desde la mirada de la Biología- Cultural:

Una cultura es una red de coordinaciones de emociones y acciones en el lenguaje que configura un modo particular de entrelazamiento del actuar y el emocionar de las personas que la viven. Esto quiere decir, que todo lo que hacemos como personas lo hacemos conversando, y por lo tanto existen varios modos de conversar.

Conversar etimológicamente quiere decir dar vueltas juntos, es un entrelazamiento entre el lenguajear y el emocionar, de esta manera se van entretejiendo redes. El cómo emocionamos es lo que le constituye la cultura, es por ello que hay distintas formas de cultura dependiendo de la emocionalidad que las configura. Una cultura es una forma de convivencia y hay distintos modos de convivir.

“Una cultura se transforma cuando cambia la red de conversaciones que las hace posible” (Maturana, 2004).

Maturana, nos presenta la biología del amar como dinámica relacional que origina lo humano en nuestra historia, y nos habla de dos emociones que debemos tener en cuenta, y estas son: el rechazo y el amar.

·         El amar es la clase de conductas relacionales a través de las cuales uno mismo, la otra, el otro o lo otro, surgen como legítimo otro en convivencia con uno, son acciones desde el respeto y la aceptación de las diferencias.

·         El rechazo implica las conductas que niegan al otro como legítimo otro en la convivencia, nos trae un espacio de desconfianza, miedo y malestar.

·         Nos dice también que el amar y el rechazo no son alternos, es decir la ausencia de uno no conlleva al otro, ambos tienen como alternativa la indiferencia, que es donde el otro no tiene presencia.

Para entender lo dicho anteriormente, al hacer prevención de riesgos o generar una cultura de seguridad, estas tres formas de relacionarnos son visibles en las organizaciones:

·         Como ejemplo del amar, tenemos las acciones de compañerismo, de ayuda mutua entre compañeros, la empatía por las necesidades de los otros, el deseo de que no se accidente nadie, cuando los líderes movilizan recursos para cuidar a los colaboradores, etc.

·         Como ejemplo de rechazo, cuando se le pide su opinión al trabajador y no se considera esa mejora o no se le da explicaciones de por qué no fue considerada, cuando se le sanciona sin analizar las verdaderas causas, cuando no se le reconoce sus logros y aportes, cuando tiene una necesidad y no somos capaces de escucharlo o comprenderlo, etc.

·         Y la indiferencia, cuando no se les da el equipo de protección personal adecuado, cuando observamos un acto inseguro y seguimos de largo, cuando solicitamos trabajos a prisa y exigimos al trabajador que lo haga sin considerar su integridad, cuando se realizan cambios sin considerar las opiniones de los involucrados, etc.

¿Les parece conocido? Pues a esto se refiere Humberto Maturana, cuando nos invita a observar y reflexionar sobre cómo están siendo las conversaciones y la dinámica relacional dentro de nuestras organizaciones.

Cultura del cuidado

Otro concepto importante de mencionar aquí, es el de cuidado entendido como “el saber cuidar”, que ha sido desarrollado por Leonardo Boff como uno de los valores del nuevo paradigma de la civilización. 

Según Boff, el cuidado, tiene múltiples dimensiones: cuidar de sí mismo, de los otros que están conmigo (sean cercanos, lejanos o extraños) y del lugar en que vivo o trabajo. Entendemos entonces que una cultura basada en el cuidado, se co-crea con acciones gatilladas por emociones de compañerismo, empatía, solidaridad, interés, confianza, etc., que surgen entre las personas en una comunidad u organización. 

Lo que se opone al desinterés y a la indiferencia, es el cuidado. El cuidado es una actitud, esto quiere decir que el cuidado tiene ver con una forma de pensar, con una forma de sentir (emoción) y con una forma de actuar. Es ocuparse, responsabilizarse y comprometerse con uno mismo y con el otro.
  
Boff  (2002) nos habla de convivencialidad, a la que debemos entender como la capacidad de hacer que convivan las dimensiones de producción y cuidado, de efectividad y de compasión[1], su finalidad es combinar el valor técnico de la producción material con el valor ético de la producción social y espiritual; es decir, que después de haber construido una economía de bienes materiales, tenemos que desarrollar una economía de las cualidades humanas.

Actualmente, muchos empresarios están tomando conciencia de la deshumanización industrial, y empiezan a incluir en la agenda, discusiones sobre estos nuevos paradigmas, de espiritualidad, de cooperación y de sinergia entre todos los trabajadores, fomentando las buenas relaciones, las conversaciones saludables, los climas de bienestar donde surja la creatividad al resolver los problemas y las personas se sientan en confianza para expresarse, y como prueba de ello, tenemos a la era de la transformación digital, que trae consigo la necesidad de transformar la cultura de las organizaciones, esto obviamente incluye al quehacer en prevención de riesgos.

Un desafío constante en el terreno de la prevención de riesgos laborales es lograr que las personas sean conscientes de sus actos, respeten las normas y se cuiden entre compañeros ¿Cómo le pido a un trabajador que cuide de sus compañeros, si no tienen buenas relaciones, si no pueden conversar ni lograr acuerdos, si están compitiendo todo el tiempo, si el sistema no permite la colaboración?

Conclusiones y aportes

Entendemos entonces que una cultura preventiva, es una red cerrada de conversaciones de coordinaciones recursivas [[2]] de acciones de autocuidado y de cuidado del otro, guiados por la emoción de seguridad, de respeto por la vida propia y de otros seres (Huerta & Ittusaca, 2015).

Entonces si deseamos una verdadera transformación de la cultura de seguridad, debemos primero considerar lo siguiente:

·  Invitar-nos a la reflexión individual y colectiva de cómo están siendo nuestras relaciones y conversaciones con los otros en el entorno laboral.
·  Observar-nos individual y colectivamente, si estamos haciéndonos cargo de las consecuencias de nuestras acciones, y si ese modo de vida que llevamos, nos genera bienestar o malestar.
·      Darnos cuenta de cómo están siendo la forma de relacionarse con el liderazgo.
·    Observar cuales son los limitantes culturales que presenta el sistema organizacional propio.
·   Ser conscientes de cómo es el sentir de las otras personas que trabajan en nuestra organización; es decir, en qué emociones habitan con frecuencia en su día a día.
·     Y finalmente, elegir, tomar decisiones para generar los cambios que deseamos.

Somos seres sistémicos, todo nos perturba y lo perturbamos todo. Por esta razón, es que el proceso de seguridad no puede ser siempre individual o de responsabilidad de unos pocos. Nos necesitamos unos a otros para co- crear acciones de cuidado mutuo.
Fuente: Aporte propio, inspirado en la pirámide de Bird, 2019

De la gráfica y lo dicho y entendido anteriormente, concluimos que para conservar un cultura preventiva y sostenible, debemos abordar la dinámica relacional de las personas que conforman una organización, como base de un proceso transformacional de la cultura de seguridad, el cual dé soporte y sostenibilidad a todo sistema o programa que se implemente.

Como observamos en la gráfica, nuestro enfoque busca nuevas formas de comprender y abordar el fenómeno de la seguridad y del cuidado de la vida, desde una mirada cultural y sistémica, integrando siempre los aportes del enfoque conductual. Esto implica, conservar las acciones que apuntan a responder la pregunta: ¿Qué estamos haciendo a favor de la prevención de riesgos laborales?, y a la vez preguntarnos ¿Cómo lo estamos haciendo?

Ya no podemos seguir fragmentando al ser humano, en otras palabras, no podemos seguir conservando el enfoque reduccionista; es decir, seguir pensando que las personas son solo sus acciones, somos más que eso, y las investigaciones lo demuestran.

      Este cambio es intencional, y solo es posible desde el cambio individual a través de la reflexión, del darse cuenta, para llevarlo a un cambio cultural. ¡Pongámoslo en marcha!



Bibliografía

Boff, L. (2002) El cuidado esencial. España

Carrillo, R. (2012) Seguridad basada en las relaciones. Safety. Ir más allá de la cultura y el comportamiento. USA. Extraído el 30 de abril del 2018 de: http://www.asse.org/assets/1/7/035_F2Cari_1212_CX.pdf


Huerta, N., Ittusaca, J. (2015). Redes de conversaciones de colaboración y de competencia, que surgen en los trabajadores peruanos y chilenos, al hacer prevención de riesgos laborales (Tesis para optar el grado de Magister). Universidad Mayor, Chile.

Mc Sween, T. (2013) El proceso de seguridad basado en valores. Mejorando su cultura de seguridad con un enfoque conductual (Tejera & Sanchez trad.). Colombia: Consejo colombiano de seguridad (Obra original publicada en el 2003).

Maturana, H. (2004) Transformación en la convivencia. Chile




[1] Compasión: no se refiere aquí a un sentimiento menor de piedad hacia quien sufre. No es algo pasivo, sino muy activo. Compasión como sugiere la etimología latina de la palabra, significa compartir la pasión del otro y con el otro. Se trata de salir del propio círculo y entrar en el círculo del otro, para sufrir con él, para alegrarse con él, para caminar con él, y construir una vida en sinergia con él (Boff, 2002)

[2] Recursivo: lo recursivo significa que, se retrocede usando los conocimientos previos, para construir un nuevo aprendizaje y proponer soluciones a situaciones complejas nuevas (Maturana, 2004)

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