jueves, 15 de marzo de 2018

Programas de capacitación para la prevención de accidentes que logren resultados eficaces y sostenibles


Dígales y olvidarán…
Muéstrales y se acordarán…
Involúcralos y entenderán… (Confucio)

Resumen

Los programas de capacitación; para la prevención de accidentes; para ser eficaces y sostenibles, necesitan tener definidas claramente las metas de desempeño para conseguir la meta final; una metodología inclusiva que considere todas las formas de aprender de un ser humano; y generar después de ellas, espacios para aprender compartiendo experiencias.
Considerando esto estamos dejando de lado la herencia de nuestro sistema educativo tradicional, que arrastramos a la organización a la hora de hacer capacitación.
Hacer algo diferente nos llevará a nuevas puertas de aprendizaje, con resultados totalmente distintos a los que ya venimos encontrando.

Palabras clave: programa, capacitación, eficaz, sostenible, aprendizaje, meta.

Cuando nos referimos a programas de capacitación para la prevención de accidentes, estamos hablando de sesiones de capacitación de diversas temáticas entrelazadas, durante el periodo de un año, el cual tienen el objetivo de lograr que los trabajadores se comporten de manera segura con el fin de evitar accidentes.

Luego de un programa de capacitación, lo ideal estaría relacionado con  lograr resultados eficaces y sostenibles, es decir tener los efectos esperados o deseados,  y a la vez que estos resultados se puedan conservar en el tiempo manteniendo cierta dinámica.

Enfocándome en mi experiencia profesional, pude observar que muchos de mis clientes se preguntan ¿qué está impidiendo que los programas de capacitación; para la prevención de accidentes; logren resultados eficaces y sostenibles?; y dentro de las respuestas encontradas, existen dos miradas, una desde los propios trabajadores, donde mencionan: “las capacitaciones deben ser más divertidas”, el expositor no debe ser tan teórico”, “todos los años nos repiten lo mismo”, “nos piden un montón de sugerencias pero a la hora de trabajar no las toman en cuenta”. Y otra desde las gerencias y jefaturas donde indican: “A ellos no les gusta cumplir las reglas por más que se les capacite”, “No quieren colaborar”[1], “toman la capacitación como un relajo para no trabajar”, “solo van por cumplir”, “por su escaso nivel intelectual, no comprenden todo”. Al escuchar estas apreciaciones, la explicación a la pregunta en cuestión, parece sencilla, sin embargo hay tres puntos importantes que enmarcan las respuestas encontradas en mi experiencia, las cuales se detallan a continuación:
  • Si bien la organización tiene una meta final trazada para la cual se elabora un programa de capacitación; para la prevención de accidentes; se espera siempre que “el especialista” sea quien diga como se deben hacer las cosas, no se conversa con el trabajador sobre sus necesidades, no se construyen con ellos las metas de desempeño concretas (el paso a paso).
  • Vivimos en una cultura que valora mucho el obtener información y la confunde con aprendizaje. Es por ello que la metodología utilizada durante las sesiones de capacitación consiste generalmente en lograr que el trabajador memorice una serie de conceptos, definiciones, clasificaciones, etc., con el fin de que esto lo aplique a la hora de realizar su trabajo. Esto resulta en una metodología monótona y repetitiva.
  • Generalmente en las organizaciones se verifica el cumplimiento de la programación de las sesiones de capacitación, con la esperanza de que con solo dictar todas las sesiones se logrará la meta final al término del año. Más no existe una preocupación por acompañar de manera periódica al trabajador en la revisión de sus acciones concretas en pro de alcanzar las metas. Debido a esto, el aprendizaje no se produce, la información recibida se queda como información en “el salón de clases”, las experiencias vividas durante las sesiones se olvidan.
Para lograr programas de capacitación; en prevención de accidentes; eficaces y sostenibles, se propone lo siguiente:

Establecer la meta final y las metas de desempeño

Al planificar el programa anual de capacitación; para la prevención de accidentes; generalmente se establece una meta  final (resultado) a donde todos deben llegar, un ejemplo claro es la meta “cero accidentes”. La cual es impulsada por el especialista en prevención y en el mejor de los casos, secundado por todo el equipo de líderes de la organización.
Sin embargo, es relevante mencionar que, se  considera al especialista en prevención como el único que sabe como hacer las cosas o que información necesitan los trabajadores para que realicen su labor de manera segura. No se considera la opinión o sugerencia ni del trabajador ni del líder de los equipos.

De esta manera, todos en la organización saben que la meta final del año es tener cero accidentes, pero ningún trabajador sabe concretamente que es lo que tiene que hacer para lograr esa meta, por lo tanto se ve inalcanzable,  se ve fuera del control del trabajador, genera frustración y desgano. Asimismo se comienza a hablar de trabajadores desmotivados, se inicia la búsqueda de culpables, aparecen los premios y castigos, se esconden los incidentes, solo con el fin de cumplir la meta final. Pero si nos hacemos las siguientes preguntas ¿cómo llegamos a la meta?, ¿realmente estamos celebrando el haber llegado a la meta “cero accidentes” al terminar el año,  o celebramos el haber escondido una serie de incidentes importantes? ¿Cuál es el doble mensaje que recibe el trabajador?

Gran cantidad de compañías se la pasan analizando las excelentes condiciones que ofrecen a sus empleados, pero se olvidan de un aspecto vital que tiene que ver directamente con el desempeño de las tareas diarias de todo el personal; se trata de la oportuna y efectiva comunicación entre todos aquellos que componen la empresa acerca de la meta de largo plazo y la función de cada quien dentro del proceso de consecución de esas metas (Franco, 2009).

Es importante entonces que los líderes de equipos, especialista en prevención y trabajadores, tengan conversaciones informales (Bobinski, 2009), donde se le involucre a la gente con preguntas para saber come les va, qué necesitan para fortalecer el comportamiento seguro en la organización. A parte de conocer estas  necesidades,  es de relevancia incluir como parte del programa, una sesión donde no solo se muestre  la meta final sino que en conjunto, se diseñen y construyan las metas de desempeño (el paso a paso), es decir, juntos trabajadores y líderes acompañados por el especialista en prevención, puedan construir el futuro que desean en pro de la prevención de accidentes. Esta sesión inicial nos sirve, para tener a las personas  conectadas con la meta final del programa de capacitación.  Así el trabajador percibe esta meta como suya, se involucra y no solo “debe” cumplirla.

Como menciona John Whitmore (2010), es mucho más fácil comprometerse y asumir la responsabilidad de una meta de desempeño, que esta dentro de nuestro control, que hacerlo con una meta final que no controlamos. La meta final puede proporcionar la inspiración pero la meta de desempeño especifica lo que se debe hacer.
  
Metodología para el Aprendizaje

Interpretando a Humberto Maturana (2008),  él nos habla de aprendizaje como la consecuencia de las posibilidades que tiene un ser humano para lograr la transformación y por lo tanto su objetivo. Esto quiere decir que el aprendizaje es hacer, implica ensayo y error y poner a prueba, involucra reflexionar sobre lo sucedido y volver a intentarlo.

Teniendo en cuenta esta mirada, vemos que existen muchos caminos, muchas formas para obtener el resultado esperado. Una pregunta que aparece es ¿Estamos nosotros; como especialistas en prevención y/o como líderes de equipo; facilitando que los trabajadores descubran esa amplitud de posibilidades para trabajar con seguridad, o solo estamos limitándonos a decirles cómo  deben realizar su trabajo de forma segura?

Vivimos inmersos en una cultura donde se confunde el aprendizaje con la transmisión de información, y es así que en las organizaciones, se ve la capacitación como un disparador de grandes cantidades de datos teóricos, con el objetivo que el trabajador realice su labor de manera segura. Es por ello; que dentro de nuestra cultura; se le da mayor valor  al experto, al gurú, al dueño de la verdad, al que sabe cómo hacer las  cosas, de una única manera en la que si alguien no está de acuerdo simplemente es excluido y negado (Maturana, 2004), de esta forma estamos cerrando oportunidades de aprendizaje a los trabajadores y a la organización, y como consecuencia no se logra el objetivo esperado.

Cabe resaltar que la emocionalidad juega un rol muy importante durante el aprendizaje, lo cual no se valora en nuestro contexto cultural. Las emociones son disposiciones corporales para la acción, aparecen como trasfondo de todo lo que hacemos (Maturana, 2004). Es decir, que cada emoción permite ciertas acciones e imposibilita otras; toda acción es producto de la emocionalidad en la que se vive.
Analizando lo mencionado anteriormente, aparecen dos preguntas que invitan a la reflexión: Si quiero que los trabajadores tengan más acciones seguras, ¿cuál es la emoción que las va provocar? Y ¿en que emocionalidad se encuentra inmersa mi organización que no provoca acciones seguras?

Si entendemos aprendizaje, como las consecuencias que conlleva el explorar las posibilidades que tenemos para lograr nuestros objetivos, las organizaciones tomarían mas en cuenta que las personas aprenden de distintas maneras; es decir en vez de obligar a sus trabajadores a ser un almacén de conocimientos puramente teóricos, empezaran a considerar que cada  persona tiene diferentes estilos de aprendizaje; algunas son mas reflexivas que otras, otras aprenden mas viviendo la experiencia. Considerando estos aspectos, las empresas podrían abrir espacios de aprendizaje distintos al tradicional, donde las personas se desafíen, salgan de su zona de confort, se miren a sí mismos, exploren sus posibilidades de acción, se harían cargo y se generaría mayor compromiso en ellos.

Existen muchos métodos y técnicas para promover estos espacios durante las sesiones: diálogos, juego de roles, actividades vivenciales, ejercicios artísticos y métodos de creatividad que impulsan a la reflexión, a la revisión de lo que se está haciendo para poder enlazarlo con las meta de desempeño. Estos momentos son distintos a los espacios de capacitación tradicionales, pues aquí no se juzga el error, aquí se valoran las diferencias, se estimula a que propongan (Rosinski, 2008).
Lo que opina un trabajador servirá como gatillador a otro trabajador y en esa danza se genera una emoción de aceptación, de respeto por el otro y se enriquecen las posibles acciones para la mejora. Asimismo cada trabajador aprende nuevas distinciones, se hace cargo de sus objetivos, aprende una nueva forma de aprender,  a través del compartir con otros,  sus propias vivencias y experiencias, desde la emoción del respeto y la aceptación.

El aprendizaje de las personas no depende del discurso, hace falta pasar por la experiencia; y la experiencia   o la actividad por si solas no aportan demasiado si van desprovistas de un proceso de intercambio de opiniones, de reflexión y contraste de ellas, de búsqueda de explicaciones comunes (Vilalta, 2012).

Espacios para la reflexión y la acción

Posterior a las sesiones de capacitación, se espera que los trabajadores hagan su labor de manera segura. En la mayoría de los casos no existe un liderazgo que proponga y permita espacios periódicos, para que los equipos de trabajo abran conversaciones reflexivas partiendo de la pregunta ¿cómo les fue esta semana con el cumplimiento de su primera meta de desempeño?, ¿qué les pasó?, ¿Qué acciones diferentes podemos hacer esta semana, para alcanzar nuestra meta? Es un espacio donde no se juzga, no se critica, solo se escucha, no se busca culpable, se busca alcanzar la meta planteada con la cual nos comprometimos y está a nuestro alcance. Este espacio se hace desde la aceptación, en armonía y en considerar a los compañeros como legítimos otros.  Sosteniendo nuestros conocimientos y acciones, con los aportes que cada persona puede plantear de su convivir con otros.
Aquí se mantiene un contexto emocional basado en la aceptación, donde todos podemos opinar, donde todos somos igual de inteligentes y no existe el miedo que nos paralice y nos desmotive.
Esto es totalmente enriquecedor, pues como dice John Whitmore  (2010) el aprendizaje se produce justo a tiempo, los contenidos recibidos en las sesiones se adaptan a los problemas de los trabajadores.

Los humanos nos comunicamos  en cuanto encontramos sentido para hacerlo. Los retornos, las opiniones, las sugerencias de los otros pueden contribuir  a modelar lo que pensamos. Cuando esta comunicación se sitúa entre uno de los objetivos comunes, un plan de trabajo consensuado, y un interés o una costumbre por contrastar con los otros, las posibilidades de aprender se potencian. En estos procesos, se entremezclan un montón de emociones: la emoción de hacer algo juntos, con la de sentir que su pensamiento ha servido para algo; la emoción de enfrentar algo desconocido con la de no sentir-se solo; la emoción de llegar a puerto con la de observar el proceso propio; la emoción que supone descubrir que tienes cosas en común con alguien más (Vilalta, 2012).

Martínez, (2013) como menciona  el autor, una estadística indica que el 86% de lo trabajadores opinan que los errores son el resultado de la escasa colaboración o directamente de la falta de comunicación.

Resultados y discusión

Es importante lograr resultados eficaces y sostenibles con un programa de capacitación; para la prevención de accidentes; en las organizaciones, pues no solo hay una inversión que debe ser retornada, si no que esta debe ser vista y sentida como tal y no percibida como un gasto.

Existe una razón por la cual en las organizaciones se realizan los programas de capacitación; para la prevención de accidentes; como meras “charlas informativas”, y es que procede de nuestro modelo educativo, el mismo que deriva de enfoques tradicionales. Repetimos de manera inconsciente, pues es lo aceptado y valorado en nuestra sociedad.


Tomando en cuenta la experiencia profesional adquirida en diversas organizaciones y comparándolas con nuestro sistema educativo actual, menciono a continuación algunas semejanzas entre ellas:

Comparación entre la metodología para el aprendizaje del modelo educativo y los sistemas de capacitación actual en las organizaciones
Educación en las escuelas
Capacitación en las organizaciones
Un maestro en un pizarrón frente a los niños dictando la clase.
Un especialista en un pizarrón frente a los trabajadores dictando la charla.
El maestro  desde esta postura frente a sus alumnos: Yo soy el “adulto” que sabe y como ustedes no saben deben de obedecer.
El capacitador desde esta postura frente a los capacitandos: Yo soy el “especialista”, el que sabe, y como ustedes no saben tienen que hacer lo que yo indico.
El alumno no puede opinar, debe callar, debe obedecer. Cualquier intento de expresar su opinión es tomado como falta de respeto.
El trabajador puede opinar,  se utilizan varios mecanismos de escucha al trabajador: buzones de sugerencias, encuestas de opinión, etc.; pero finalmente se busca que todo se haga como indica el especialista.
La enseñanza se focaliza en lo lingüístico. Se pretende que los alumnos memoricen conceptos, clasificaciones, una gran cantidad de información.
La capacitación se focaliza en lo lingüístico. Se busca que el trabajador memorice conceptos, definiciones, diferenciaciones, una gran cantidad de información.
La verificación del “aprendizaje” en el aula se hace por medio de calificaciones, es decir una nota, un número, que finalmente definirá quien es mejor alumno que otro.
La verificación del “aprendizaje” durante la capacitación se hace por medio de calificaciones, la nota; pues las leyes exigen que toda capacitación sea evaluada y al no indicar la forma, se opta por recurrir al modelo educativo.
Se utiliza el refuerzo y castigo; que deriva del enfoque conductista; se refuerza al alumno que obtiene las más alta nota, se reconoce al alumno obediente que haga solo lo que le indiquen, al que no cuestiona, al que siga los parámetros de este sistema educativo. Y se le castiga al alumno que obtenga una nota especificada como desaprobatoria, al que cuestione, al que exprese su opinión. Se les castiga no tomándosele en cuenta, llamándole la atención, etc.
Se utiliza más la sanción (castigo) por no cumplir con las reglas impuestas (límites), el trabajador que no responde adecuadamente en las sesiones de capacitación o que comete errores es castigado siendo criticado o avergonzado  en frente de otros. A pesar de que se habla de reconocimiento o refuerzo este solo es utilizado en algún momento del año o simplemente no es visible por la prioridad que le dan a la sanción.
No se le da importancia a la emocionalidad del ser humanos, no importa lo que le pase o sienta el alumno, suceda lo que suceda siempre será evaluado de acuerdo a la cantidad de información que memorice y a la cantidad de respuestas que tenga.
No se le da importancia a la emocionalidad del trabajador como ser humano que es, existe una frase muy conocida “deja los problemas en la puerta del trabajo”, la cual demuestra que no importa cuanto sienta o que le suceda, solo debe actuar como un mero robot en función del objetivo que le han dicho “debe” de cumplir.
Los currículos educativos están desvinculados de la realidad en la que vive y necesita el alumno. No resulta divertido.

Los temarios son propuestos por los especialistas, son generalmente teóricos, no son flexibles, no permiten enlazarlos con  el día a día en la labor, resultando tediosos y de poco interés para los trabajadores.
Fuente video
Fuente propia, experiencia profesional

El presente cuadro comparativo nos invita a mirar profundamente lo que se esta haciendo en las organizaciones y el producto que estamos logrando con ello: ¿es este resultado el que realmente quiero? ¿Es este el camino que quiero tomar para lograr los objetivos de la organización?, es esta estructura verticalista; que no considera la emocionalidad como parte inseparable del conocer humano; la que quiero conservar en mi organización?

Reflexionemos sobre la emoción que predomina en este sistema verticalista que arrastran las organizaciones, nos referimos a la emoción del miedo, que aparece en contextos donde solo se permite una sola forma de hacer las cosas, donde se niega a los otros, donde se excluye al que no sabe o al que comete errores. El miedo esta asociado con la paralización de la personas, provocando el distanciamiento y la tensión, esta relacionado con el temor a una o varias personas que son consideradas como autoridad. (Bloch, 2008). Además un respuesta interesante que los seres humanos  producimos en relación con las emociones en general es que no solo las sentimos, sino que además reaccionamos interiormente a ellas, y esto genera una segunda emoción. Por ejemplo, solemos sentir miedo por algún motivo y a continuación podemos experimentar vergüenza, humillación, rabia, impotencia, etc., es decir siempre tenemos una doble reacción. (Levy, 2010). Esto nos muestra que la emocionalidad en la organización  resulta en formas de subversión.

El desafío consiste en transformar este sistema verticalista empeñado en la obediencia, tomando en cuenta la emocionalidad en la que esta inmersa el ser humano al realizar toda acción. Y para ello es importante considerar a los líderes de equipo como factor clave para impulsar el cambio de sistema. Este es un problema que debe ser enfrentado, porque si el desempeño del líder de equipo es bien manejado, es evidente que hay mayores posibilidades de que los empleados se comprometan.

Para que los procesos de retroalimentación se den de forma regular, suficiente y efectiva hace falta claridad en cuanto a la necesidad de llevarlos a cabo y también una buena capacitación para aquellos responsables de hacerlo, situación que no se da en la mayoría de los casos en la actualidad.

Los empleados necesitan sentir que pueden abordar cualquier problema, que serán apoyados y escuchados, esta investigación indica que esto no se está dando de manera suficiente. Los directivos necesitan prestarle atención a este tema, y encargarse de que esto sea constante y eficaz (Franco, 2012).

Conclusiones

Si deseamos que las capacitaciones para la prevención de accidentes sean eficaces y sostenibles, debemos considerar permanentemente incluir lo siguiente:

  • Construir y diseñar las metas de desempeño teniendo en cuenta la participación del trabajador y sus necesidades y las de la organización en pro de la prevención de accidentes, con el fin de involucrar al trabajador con el logro de la meta final.
  • Considerar la metodología xx durante las sesiones, teniendo en cuenta las diversas formas desde las que un ser humano puede aprender, permitirle al trabajador explorar y reflexionar sobre las diversas formas en las que aprende, sin juzgar el error, sin críticas, promoviendo un clima de aceptación y respeto desde donde también se puede aprender. De esta manera podrá hacer suyo el compromiso por lo que se quiere lograr.
  • Permitir los espacios de aprendizaje posteriores a las sesiones de capacitación,  buscando la colaboración entre pares acompañados por su líder,  promoviendo el aprendizaje en equipos, la ayuda entre todos, revisando lo que no salió como esperábamos lejos de la crítica y de la búsqueda de culpables. Quizás cambiando la pregunta ¿Quién fue? Por la pregunta  ¿Qué podemos hacer ahora para lograr nuestro objetivo?.


¿Cuanto tiempo más podremos mantener esta estructura verticalista en nuestras organizaciones? ¿Cuanto tiempo más seguiremos haciendo mas de lo mismo esperando resultados diferentes?

“si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo” (A. Einstein)
  
Bibliografía

Bloch, S. (2008). Surfeando la ola emocional. Patrones efectores emocionales (pp. 39 – 69). Santiago de Chile: Uqbar editores.

Bobinski, D. (2009, Julio). Involucrar a las personas al mostrar cómo contribuyen con su trabajo. Management – issues xx. Consultada el 15 de junio del 2013, http://www.management-issues.com/2009/7/1/opinion/engage-people-by-showing-how-their-work-contributes.asp

Franco, C. (2009, Setiembre). Los equipos movidos por la pasión se traducen en productividad. Tendencias 21 xx. Consultada el 11 de junio del 2013, http://www.tendencias21.net/Los-equipos-movidos-por-la-pasion-se-traducen-en-productividad_a3566.html

Franco, C. (2012, Mayo). Los trabajadores no reciben apoyo y capacitación suficientes. Tendencias 21 xx. Consultada el 17 de junio del 2013, http://www.tendencias21.net/Los-trabajadores-no-reciben-apoyo-y-capacitacion-suficientes_a6463.html

Levy, N. (2010). La sabiduría de las emociones. La dignidad del miedo (pp.17-34). Buenos Aires: Debolsillo.

Martinez, J. (2013, Mayo). Colaborar o no colaborar (esa es la cuestión). Newsletter xx. Consultada el 30 de mayo del 2013, http://www.catenaria.cl/km/newsletter/newsletter_86.htm

Maturana, H. (2004). La objetividad: Un argumento para obligar. Santiago de Chile: JC Saez editor.

 

 

Maturana, H. (2008). Desde la biología a la psicología. Reflexiones: ¿aprendizaje o deriva ontogénica? (pp. 36-53). Santiago de Chile: editorial universitaria S.A.

 

Rosinski, P. (2008). Coaching y cultura: Nuevas herramientas para apalancar las diferencias nacionales, corporativas y profesionales. Avanzar hacia los objetivos (pp. 255-267). Buenos Aires: Gran aldea editores.

 

 

Vilalta, D. (2012, Abril). Los maestros deben mirar el aula como realidad social. Tendencias 21 xx. Consultada el 11 de junio del 2013, http://www.tendencias21.net/Los-maestros-deben-mirar-el-aula-como-realidad-social_a11005.html

 

Whitmore, J. (2010). Coaching: el método para mejorar el rendimiento de las personas. Buenos Aires: Paidós.

 

La educación prohibida (grabación de video) 2012, 8 países.  Eulam Producciones. Recuperado de

http://www.youtube.com/watch?v=vgdAJjII8ak





[1] Fuente: Reuniones de evaluación y grupos focales de los clientes de Soluciones Psicológicas.


Autor:

Mg. Julissa Ittusaca Coloma
Consultor – Psicóloga – Coach profesional
Magister en Biología-Cultural
Soluciones Psicológicas

Fecha: 20/10/2013

La emocionalidad que ocultan las palabras utilizadas en las organizaciones.


Resumen

Este artículo ofrece revisar el lenguaje utilizado con frecuencia en las organizaciones, reflexionar acerca de la emocionalidad que este lenguaje trae consigo, así como las acciones que de estas derivan. Las organizaciones actuales necesitan hacer consciencia de la importancia de mirar y reflexionar acerca del lenguaje que comparten y las emociones que habitan y las consecuencias que ese conversar traen consigo reflejándose en actos no acordes a lo esperado en la organización. Se propone la reflexión, la escucha y el cambio en el uso de algunas palabras para que las organizaciones logren resultados distintos.

Palabras clave: escucha, lenguaje, lenguajear, palabras, emoción, emocionar, conversar, organización.

Teniendo en cuenta una frase que escuché “el lenguaje genera realidad”, y al ver un video pensaba en aquellas palabras que se utilizan con frecuencia en las organizaciones, como “gestionar”, “controlar”, “evaluar”, medir”, “resultado”, “monitorear”, “hacer seguimiento”, “liderar”, “capacitar”, “, “instruir”, “ordenar”, “auditar”, “convocar”, “autoridad”, “competencia”, “error”, “poder”, “adiestramiento”, y otras tantas más.  Son palabras arraigadas, a las que estamos acostumbrados a usar, cambiarlas suena arriesgado.
  
Todas ellas reflejan la satisfacción de las adicciones al lucro y al poder de la era post-moderna[1], la que requiere que las planificaciones que hacemos resulten, y para que eso suceda se requiere impecabilidad en la realización de lo planeado, y para que lo planeado suceda se requiere que las personas que participan en su realización no cometan errores, que no cambien de opinión, que no tengan iniciativas que no han sido consideradas; en suma se requiere que se conduzcan como robots (Dávila y Maturana, 2007). Y las personas somos todo lo contrario a un robot. Vivimos en una cultura basada en la obligación y la obediencia, donde existe un dueño de la verdad,  que tiene todo el poder y le debemos obediencia en silencio. Finalmente también miramos de reojo, que los resultados esperados no son los mejores, que las personas no están contentas ni obedecen, pero seguimos confiando que eso va funcionar, cambiar cuesta y cuesta mucho. El lenguaje que utilizamos en las organizaciones tiene que ver con nuestra cultura. Las palabras que utilizamos en los libros que escribimos, también se pasan de generación en generación.

Estamos acostumbrados a considerar el lenguaje como un sistema de comunicación simbólica, en el cual los símbolos son entidades abstractas representantes de una realidad independiente  de nuestro quehacer. Como dice Humberto Maturana (1990), las palabras son nodos en redes de coordinación  de acciones. Es por ello que las palabras no son inocentes y no da lo mismo que usemos una u otra en una situación determinada. Las palabras no solo revelan nuestro pensar, sino que proyectan el curso de nuestro quehacer. Y para hacer algo necesitamos conectarnos con una emoción que permita realizar una acción determinada por ella misma. Entonces me preguntaba ¿qué emociones acompañan a este lenguajeo[2] organizacional actual? Y si esto ¿estaría afectando al comportamiento actual de los trabajadores?

Las emociones son dinámicas corporales que especifican los dominios de acción en que nos movemos (Maturana, 1990). Interpretándolo, imagino a las emociones como ficheros, cada fichero es una emoción y en cada fichero hay una serie de fichas con las conductas posibles desde dicha emoción; con esto quiero decir que las emociones, dependiendo en cual habitemos nos permitan o no realizar ciertas acciones; y esto resulta  importante para identificar que emocionalidades predominan en nuestras organizaciones que hacen posibles ciertos comportamientos y otros no. Esto es lo que permanece oculto y hay que develarlo para poder transformarlo.

Si revisamos el diccionario de la Real Academia de la lengua española[3], encontraremos el significado de las palabras mencionadas anteriormente. Al decir de Maturana, cuando lenguajeamos, nuestro hablar y emocionar están entrelazados de tal manera que  nuestro fluir emocional es afectado por nuestra habla, que es, a su vez, afectada por nuestro fluir emocional. Tanto  nuestras emociones como las de los otros, cambian como resultado de nuestras palabras, y ellas varían como resultado del cambio en nuestras emociones (Flores, 2009). Si podemos ver el emocionar de las personas en su contexto o circunstancia, sabremos como vive y, al revés, si sabemos como vive podemos conocer su emocionar (Bloch y Maturana, 1996).

La emocionalidad que puede resultar de este lenguajeo, de este discurso constante en las empresas producto de nuestra cultura que busca la sumisión y dominancia del trabajador, solo puede generar una emocionalidad de miedo, frustración y enojo constante, con esto no estamos diciendo que no aparezcan otras emociones, pero estas son las que aparentemente predominan producto de las relaciones que surgen con las palabras que usamos.

Cuando un jefe se para frente al grupo al iniciar un día de labor y les dice a sus trabajadores “dejen sus problemas afuera del trabajo”, cuando se les pide a los trabajadores  que hagan las cosas de una sola manera y no se escucha su opinión, cuando en la organización se genera competencia para ver quien es “el trabajador más seguro del mes”, cuando los trabajadores tienen que cumplir muchas “reglas” a veces sin sentido, cuando el trabajador se acerca a preguntar algo al jefe y este ni lo mira o está hablando por teléfono, estamos negándonos uno al otro. Negando nuestra emocionalidad natural de seres humanos que somos.

Un reflexión que hace Humberto Maturana: en nuestra cultura se evita la conciencia del emocionar, y cuando decimos me emocioné, estamos refiriéndonos a me conmoví, esto nos da cuenta que no somos conscientes de que todo nuestro vivir se da en el emocionar, vivimos negándolo en nosotros mismos y en los demás.
Los seres humanos somos expertos en el emocionar y en el distinguir emociones, así como distinguir acciones: “Si quieres saber la acción mira la emoción, y si quieres saber la emoción mira la acción” (Bloch y Maturana, 1996).

El lenguaje también es acción, revisemos estas frases y la emocionalidad que las acompañan:
“No hay nada que hacer, siempre ha sido así y siempre lo será, nada puedo hacer yo para cambiar esta situación” –  Resignación, frustración, tristeza.
“Yo se quien es el culpable, pero no voy a decir nada, ya llegará el momento en el que se sepa y todos podrán ver la injusticia que se ha cometido conmigo” – Resentimiento, frustración, impotencia, enojo.
“Tengo muchas cosas que hacer, no voy a alcanzar a terminar todo, tengo que trabajar mas rápido y más horas, si no, va a pasar algo” – Agobio, frustración, desesperación.

¿Se nos hacen familiares estas frases?
¿Es necesario seguirnos negando unos a otros conservando la emocionalidad que conservamos?, ¿es necesario seguir haciendo más de los mismo obteniendo siempre los mismos resultados?
¿Qué emocionalidad queremos conservar de ahora en adelante?

Pasamos muchas horas planeando e implementando programas de todo tipo en nuestras organizaciones, que apuntan al comportamiento del trabajador, olvidando que este es un ser humano que no es solo comportamiento, también emociona y se desenvuelve en el lenguaje. Que funciona como una totalidad, no es la suma de las partes, como lo hemos visto hasta ahora.

Estamos entrando a una era de cambios, donde el ser humano esta empezando a ser consciente de su quehacer en los diferentes ámbitos de su vivir, en especial en el ámbito empresarial. Estamos entrando a un plano de consciencia donde nos podemos mirar, donde nos hemos quitado las vendas de los ojos y ya no podemos ser indiferentes ante las situaciones de sufrimiento y mal-estar que hemos venido provocando con nuestro hacer; se abre un camino de transformación de sentires y acciones orientados al bien-estar.

Propongo tres actividades que nos pueden servir para cambiar de rumbo del mal-estar al bien-estar organizacional y a todo lo que de esto deriva:

1. La reflexión
La reflexión es un acto en el desapego (Bloch y Maturana, 1996). Esto quiere decir que el acto de reflexionar te invita a soltar aquello que consideramos como una verdad absoluta e inmodificable. Pero no es soltar por soltar, implica mirar nuestras certezas, revisarlas, tocarlas, sentirlas y preguntarnos ¿qué queremos conservar de lo que estoy viendo aquí?, ¿esto que estoy mirando ahora me genera mal-estar o bien-estar?; y elegir.
En las organizaciones no tenemos espacios para reflexionar, producto de lo incongruente que es reflexionar sobre alguna circunstancia, cuando hay detrás la orden de algún superior que indica claramente que las cosas tienen que hacerse de tal manera y no de otra. Frente a esta situación no hay espacio para la reflexión.

Abrir espacios de reflexión en las organizaciones, nos permite darnos cuenta y generar el cambio de consciencia que hace posible que nos eduquemos en nuestro vivir cotidiano en el operar ético[4] que se funda en los tres pilares de la conducta social responsable[5]. Estos tres pilares son el saber, el comprender, y el tener a la mano una acción adecuada a la circunstancia que se vive (Dávila y Maturana, 2007). Cuando hablamos de saber, nos referimos a darnos cuenta de lo que esta sucediendo respecto a una situación, no es solo escuchar un discurso en el lenguaje, es mirar la emocionalidad en congruencia con las acciones; el comprender, solo puede ocurrir después del saber, y este implica darnos cuenta de las consecuencias que estamos provocando con nuestro actuar; solo después de ello, podemos elegir, diseñar las acciones adecuadas, efectivas para salir de esa situación que no esta causando bien-estar en nuestra organización. Normalmente las empresas, primero diseñan acciones como por ejemplo, programas de capacitación, procedimientos nuevos, normas, instructivos de trabajo, más reuniones; y luego se preguntan ¿por qué no hay buenos resultados?, es simple, nos estamos olvidando de estos dos primeros pilares; y esto se realiza en conjunto, haciendo partícipes a todos los miembros de la organización.
2.  La escucha:
Escuchar es distinguir las necesidades genuinas del otro (Flores, 2009). Solo escuchando al otro puedo saber lo que realmente le interesa. El que algo me interese a mi, no significa  que necesariamente  debe también interesarle al otro.

El escuchar no es solo a nivel lingüístico, también hay que desarrollar la capacidad de observar la corporalidad, los gestos faciales, la postura, la respiración. En ciertos casos  pueden ser mas importantes que los lingüísticos, llegándose a situaciones en lo que escuchamos a nivel corporal desmiente lo que escuchamos a partir de lo que oímos (Echeverría, 2007). Es importante tocar el tema de la escucha y prepararnos para ello en las organizaciones, pues solo con este nivel de escucha, tendremos la capacidad de entrar en la reflexión y hacernos responsables de lo nuevo que aparezca ante nosotros. Ser responsables de nuestros actos para con nosotros, para con los demás y para con nuestro mundo.

Esta etapa de caos, de confusión por la que estamos atravesando nos invita a reconocer la brecha y a hacernos cargo a partir de dos herramientas fundamentales:
a) Aprender a respetar las diferencias que inevitablemente  surgirán en toda relación, desde el respeto.
b) La responsabilidad  que desarrollemos por reducir la brecha de la escucha (Echeverría, 2007).

¿Qué estamos escuchando además del sonido de las palabras que se usan con frecuencia en nuestras organizaciones?

3. Cambio en el uso de palabras:

Tomando como referencia una entrevista realizada a Humberto Maturana y Ximena Dávila podemos decir que, la realidad es que estamos apegados a las palabras y  lo que tenemos que hacer es desprendernos de ellas. Nos hemos acostumbrado a que alguien nos diga hacia donde tenemos que ir, a que nos marque ese camino. Y eso es algo que parece que no ha resultado bien.

El lenguaje, no designa cosas, evoca modos de fluir en la convivencia. Esto quiere decir que las palabras que usamos no son triviales, al usarlas en un entorno organizacional están trayendo a la mano una forma de relacionarse que tiene que ver con la historia de nuestra cultura. Por ejemplo, lo que ocurre con la palabra liderazgo, se habla de líder coach, líder transformacional, líder, innato, natural, participativo, etc. Pero teniendo en cuenta que las relaciones permanecen de la misma manera, basada en la dominación de uno sobre el otro, aunque muchas veces camuflada por estos apellidos que le colocan a la palabra liderazgo, este modelo no ha funcionado.
Es por ello, que Humberto Maturana y Ximena Dávila, nos invitan a desprendernos de ciertos conceptos, que como este del liderazgo, nos atrapan en nuestro modo de relacionarnos. Ellos proponen guía en vez de líder. Este punto fue concedido por (Observatorio de Recursos humanos y la Escuela Matriztica de Santiago, entrevista personal, febrero del 2011).

Así como la palabra liderazgo, existen otras tantas, que hemos mencionado al inicio del artículo, los invitamos a reflexionar con estas preguntas ¿Qué palabras se usan con frecuencia en mi organización?, ¿Qué tipo de relaciones están evocando las palabras que se usan con frecuencia en mi organización?, ¿Qué estamos conservando en mi organización mientras mantenemos el uso de estas palabras?, ¿Queremos conservar la emocionalidad que generan están palabras utilizadas frecuentemente en las organizaciones, sabiendo la historia de las relaciones que traen consigo?, ¿Qué podemos hacer para cambiar nuestro lenguaje en las organizaciones?

Todo ello nos lleva a una nueva era, la era de la co-inspiración que significa inspirarse juntos, donde se abren conversaciones reflexivas y éticas. No diálogos cerrados, donde exista un dueño de la verdad, el que tiene la razón y por lo tanto es el que ordena, derivando en emociones que nos llevan a comportamientos no deseados ni para los otros, ni para uno mismo.

Dialogar y conversar son cosas diferentes. “Dialogar” viene del griego y quiere decir “a través del logos”, analizar a través de la razón, y “conversar” viene del latín, y quiere decir “dar vueltas juntos”; son cosas completamente distintas. Conversar es absolutamente placentero, porque bailamos juntos con las ideas en espacios de mutuo respeto.

Con una pobre habilidad para escuchar no solo las palabras, también la emoción que las acompañan, es difícil querer reflexionar. Parece preferible ser indiferente a lo que nos sucede y seguir haciendo lo mismo, por ser aceptado como correcto dentro de nuestra cultura, aunque en el fondo sepamos y sintamos una necesidad de cambio que no sea superficial, sino a profundidad.

Nuestro modelo anterior nos ciega, bajo premisas basadas en la obediencia, donde se cree que dando instrucciones a los trabajadores, dando premios y castigos, fomentando la mal llamada “Sana competencia” las personas van a trabajar en co-laboración. Las emociones que genera el modelo anterior son emociones que separan, y si queremos que las personas se ayuden unas a otras, que conversen, que se escuchen y que reflexionen y se hagan responsables de sus actos, necesitamos emociones que acerquen, que unan.

Entonces, debemos hacer un intenso análisis del lenguaje que utilizamos en nuestras organizaciones, para  identificar que emoción estamos generando y que comportamientos son consecuencia de ello. Debemos mirar este asunto de manera integrada, no solo enfatizando al comportamiento (como se ha venido haciendo en los últimos años), debemos mirar al trasfondo a esta totalidad lenguaje, cuerpo y emoción; para descubrir que es lo que esta sucediendo en los entornos particulares de cada organización, ya que no hay una receta, abrir espacios reflexivos y de escucha para hacernos cargo del futuro que queremos.

Si queremos lograr cambios en el comportamiento de los trabajadores de una organización, se hace indispensable mirar, revisar y reflexionar acerca del modelo utilizado en la era post-moderna, mirar las consecuencias que trae consigo convivir desde la obediencia y la dominación, en el actuar de las personas.

Si queremos lograr cambios significativos en nuestras organizaciones debemos orientarnos al bien-estar de las personas  que forman parte, incluyendo las tres actividades propuestas:

  • Reflexionar acerca del como estamos conviviendo en nuestras organizaciones, que conversaciones estamos abriendo, es decir como es el lenguaje que usamos y que emocionalidad lo acompaña; y por tanto que realidad estamos construyendo.

  • Desarrollar la habilidad de escuchar con los tres dominios lenguaje, cuerpo y emoción, entre todos los trabajadores, desde el respeto y la aceptación por las diferencias.

  • Proponer un nuevo vocabulario empresarial, por llamarlo de una manera. A lo que me refiero es a buscar palabras que, primero, no tengan una historia negativa en nuestro vivir; segundo, que generen una emocionalidad de unión y no de separación entre las personas que laboran en una organización.


Bibliografía

La construcción social de la realidad – Psicópolis (grabación de video) 2013, España. Loasur. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=Jz27M_JTXzo

Dávila X. y Maturana H. (2007). La gran oportunidad: Fin de la psiquis del liderazgo en el surgimiento de la psiquis de la gerencia co-inspirativa [versión electrónica]. Revista Chilena de Administración Pública.

Ornes, S. (2010). Somos las palabras. Obtenida el 26 de octubre del 2013, de http://www.technologyreview.es/read_article.aspx?id=36780

Maturana, H. (1990) Emociones y lenguaje en educación y política (pp.105-107). Chile: J.C.Saez.

Flores, P. (2009) El líder coach: el cambio en 540° (pp. 61-86). Chile: Forja.

Maturana H. y Bloch, S. (1996) Biología del emocionar y alba emoting: Respiración y emoción bailando juntos (pp.43-299). Chile: Dolmen ediciones.

Echeverría R. (2007) Actos del lenguaje (Vol. I: La escucha, pp. 77-90). Chile: J.C.Saez.

Dávila, X. y Maturana, H. (2013). La era de la co-inspiración y la colaboración. [Versión electrónica]. Revista somos.




[1] Era Post-moderna: Dominación cultural de la ciencia y la tecnología. Tentación de la omnipotencia, cegueras en el saber que se sabe lo que se dice que se sabe. se debilitan el respeto por si mismo y el mutuo respeto como fundamentos de la convivencia, y con ello aparece como substituto el contrato; se pierde la posibilidad de comprender el carácter inspirador de la co-inspiración y surge en su remplazo el énfasis en el liderazgo.
[2] Lenguajear: coordinaciones de coordinaciones consensuales de  acciones, que se hacen recursivamente.
[3] DRAE. Significados: Seguimiento: 1. m. Acción y efecto de seguir o seguirse. Control: 1. m. Comprobación, inspección, fiscalización, intervención.2. m. Dominio, mando, preponderancia. Evaluar: 3. tr. Estimar los conocimientos, aptitudes y rendimiento de los alumnos. Medir: 1. tr. Comparar una cantidad con su respectiva unidad, con el fin de averiguar cuántas veces la segunda está contenida en la primera. Auditar: 1. tr. Examinar la gestión económica de una entidad a fin de comprobar si se ajusta a lo establecido por ley o costumbre. Instruir: 1. tr. Enseñar, doctrinar. Competencia: 1. f. Disputa o contienda entre dos o más personas sobre algo. 2. f. Oposición o rivalidad entre dos o más que aspiran a obtener la misma cosa.
[4] El operar ético se refiere a hacernos cargo de las consecuencias de nuestros actos.
[5] Cuando hablamos de los tres pilares de la conducta social responsable, nos referimos a: el saber se refiere al darse cuenta de la naturaleza de la encrucijada social y ecológica que se vive y de las acciones entre las cuales hay que escoger; el comprender se refiere al darse cuenta de las distintas consecuencias sociales y ecológicas (visión sistémica-sistémica10) que tendrían en la antropósfera y la biosfera las distintas acciones entre las cuales hay que escoger; y el tener una acción adecuada a la mano se refiere a disponer de los medios (tenerlos a la mano) adecuados para realizar las acciones escogidas.

Autor:

Mg. Julissa Ittusaca Coloma
Consultor – Psicóloga – Coach profesional
Magister en Biología-Cultural
Soluciones Psicológicas
Fecha: 12/05/2014

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