lunes, 12 de marzo de 2018

El aprendizaje transformacional a través del juego cooperativo en prevención de riesgos laborales


El gran objetivo de las organizaciones es que el trabajador aprenda a comportarse de manera segura en sus labores. Vivimos en un presente en continuo cambio, por lo tanto, todo el tiempo estamos aprendiendo. Entonces ¿Cómo es que el trabajador todavía no aprende a comportarse de manera segura?

Cuando hablamos de aprendizaje es inevitable no mencionar a la inteligencia. De acuerdo con Humberto Maturana, la inteligencia la entiendo como plasticidad conductual, es decir, como la capacidad para adaptarse a distintos entornos o situaciones cambiantes. Desde aquí podemos entender que todos los seres humanos somos capaces de generar conductas igualmente inteligentes a menos que tengamos algún daño en el desarrollo, o alguna alteración genética.

Considero importante distinguir que la conducta inteligente, se puede ver expandida o restringida de acuerdo a la emocionalidad en la que habita el individuo. Por ejemplo, cuando un trabajador comete un error, las jefaturas pueden abrir dos espacios emocionales desde donde corregirlo. Pueden enfadarse con el trabajador por el error cometido, gritarle, amenazarle, compararle con sus compañeros, reclamarle las horas perdidas, castigarlo, avergonzarlo, etc. O, pueden reconocer sus aciertos, revisar junto con él las causas del error, apoyarlo y acompañarlo en la mejora, escuchar lo que tiene que decir, darle confianza, etc.

Son dos espacios emocionales bien diferenciados, el primero es generado desde el espacio emocional de agresión[1] y el segundo desde el espacio emocional del amar[2].

Reflexionemos entonces ¿En cuál de los dos casos, Usted diría que hay bienestar?, ¿Cómo cree Usted que ocurre el aprendizaje en ambos espacios?, ¿Cuáles cree Usted que serán los comportamientos del trabajador que deriven de cada espacio emocional?, ¿Cuál de los dos espacios emocionales es el que se abre frecuentemente con los trabajadores?

Aprendizaje transformacional

Vivimos inmersos en una cultura donde se confunde el aprendizaje con la transmisión de información, y es así que, en las organizaciones, se ve la capacitación como un disparador de grandes cantidades de datos teóricos, cuyo objetivo es que el trabajador se comporte de manera segura. No quiero decir que esto no sirva, definitivamente sí, es una parte, pero no es suficiente.

El aprendizaje tiene que ser transformacional, para que el cambio de conducta sea consciente y voluntario. Como señala Julio Olalla[3], el aprendizaje transformacional ocurre cuando nos ponemos a nosotros mismos como sujetos activos del aprendizaje, y lo hacemos desde varias dimensiones que nos constituyen: nuestra biología, corporalidad y movimiento; nuestra capacidad de articular experiencias usando el lenguaje, nuestras emociones y estados de ánimo que nos predisponen a diferentes maneras de acción (Larrea, s.f.). Las experiencias por si solas no aportan demasiado si van desprovistas de un proceso de intercambio de opiniones, de reflexión y contraste de ellas, de búsqueda de explicaciones comunes.

El aprendizaje ocurre cuando convivimos, cuando nos relacionamos reflexivamente con otros, a través de las conversaciones que tengamos acerca de lo que hacemos juntos.




Juegos cooperativos

Los juegos cooperativos buscan la participación de todos, predominando los objetivos colectivos sobre las metas individuales. Las personas juegan con otros y no contra los otros; juegan para superar desafíos u obstáculos y no para superar a los otros (Pérez, 1998, citado por Cerdas, 2013).

En los juegos cooperativos no se trata de que alguien venza y que, por tanto, los demás pierdan; no se basan en la eliminación ni exclusión de nadie. Cada persona es diferente y no tiene por qué compararse con nadie (Cascón, 1992). Su objetivo principal es sacar lo mejor de cada uno, ponerlo a disposición de los demás y enriquecerse mutuamente.

¿Cómo los juegos cooperativos aportan al proceso de aprendizaje en prevención de riesgos laborales?

El espacio emocional

El espacio emocional que permite el juego colaborativo, como gatillador de conductas que van a favorecer el aprendizaje y las acciones seguras en el futuro. Decíamos que el amar expande nuestra conducta inteligente (Maturana y Verden-Zoller, 2011), el jugar cooperativamente hace que la confianza, el respeto, la aceptación, la empatía y el compañerismo, surjan espontáneamente. Lo interesante es darnos cuenta que estas emociones invitan a conductas seguras, como el cuidarse a sí mismo y cuidar de los otros; facilita la comunicación y la escucha como el motor de las conversaciones que se abren acerca de lo que va ocurriendo momento a momento; la confianza permite que las personas saquen lo mejor de sí y lo pongan a disposición de los otros, se potencia el sentido de responsabilidad y compromiso al trabajar con otros y no para otros, elimina las etiquetas y la unidireccionalidad, ya que todos participan en la co-creación de una cultura de prevención.

Reflexión para una acción consciente, segura y voluntaria

Interpretando a Mendoza (s.f.), el juego cooperativo invita a la reflexión profunda y al aprendizaje basado en el autodescubrimiento. Reflexionar en conjunto permite potenciar sus capacidades cognitivas, la curiosidad que aparece les permite cuestionar sus propias estrategias y co-crear nuevas de manera constante.

Los trabajadores no solo aprenden temas de prevención, a la vez aprenden a escucharse, a generar acuerdos y a respetarlos para lograr sus objetivos. Es decir, aprenden a relacionarse de manera interdependiente, siendo capaces de tomar decisiones en equipo basadas en una elección consciente, asumiendo su responsabilidad con mayor compromiso y a voluntad.

Proceso y resultado

Uno de los beneficios más relevantes del juego cooperativo en el aprendizaje, es que invita a que los participantes pongan atención a su proceso y no solo al resultado.

¿A qué me refiero con mirar el proceso?, esto ocurre cuando el trabajador es capaz de poner atención a lo que hace, a cómo lo hace, de qué depende lo que hace, y las consecuencias de lo que hace.

Por ejemplo: En una capacitación acerca de comunicación para la seguridad, propongo a los participantes que formen grupos y armen una torre con fideos y un marshmallow. Mi objetivo con este juego, es que aprendan un proceso de comunicación efectivo, es decir a escucharse, a retroalimentarse, a establecer acuerdos, a la participación de todo el equipo, a confiar en las capacidades de los otros, etc. Si yo les digo: “el que acabe primero tendrá un premio”, automáticamente se pierde el objetivo del juego. Pues todos se concentrarán en terminar la torre (Resultado), como sea para ganar el premio. Y perderán de vista el cómo están haciendo la torre, como están conversando para lograr el resultado torre, como están estableciendo sus acuerdos para tener la torre, etc.

¿Cuántas veces nos hemos preguntado, por qué los trabajadores ocultan los incidentes, no los reportan si tenemos un sistema de premiación fabuloso para lograr la meta de “cero accidentes”? Por aquí podría vislumbrarse gran parte de la respuesta.

En el juego cooperativo no hay ganador ni perdedor, me interesa que se miren, que aparezcan en la relación interdependiente al armar su torre. Qué se den cuenta como están haciendo lo que hacen, qué sean capaces de cuestionarse lo que hacen, pensar estrategias, escucharse mutuamente, generar redes de apoyo, etc. Es aquí cuando empiezan a mirar el proceso, y el resultado, resulta. Es decir, la torre aparece y el logro es del equipo, no por haber logrado la torre, sino por como lo hicieron y el valor que le dieron a cada aporte.

Conclusión

Es importante distinguir la emocionalidad, desde donde estamos proponiendo el aprendizaje en nuestras organizaciones, en cuanto a prevención de riesgos laborales. Si todos somos seres igualmente inteligentes, es importante que en nuestras organizaciones pongamos en práctica el juego cooperativo, como actividad de aprendizaje que prepara a los trabajadores para conservar y extrapolar la emocionalidad del amar, a todos los ámbitos de su vivir, ya que es la única emocionalidad capaz de generar conductas seguras individuales y en equipo, contribuyendo así a una verdadera cultura de prevención.

Aprender en prevención de riesgos laborales a través del juego cooperativo, permite mostrar a los trabajadores que sí es posible la convivencia armoniosa y de bienestar donde ellos son los arquitectos de su seguridad, siendo capaces de respetarse en sus diferencias, apoyándose en las reflexiones de equipo constantes y el apoyo mutuo.

Los beneficios del juego cooperativo invitan a hacer consciencia de la importancia de las habilidades relacionales, a la hora de hacer prevención de riesgos laborales. Para lograr la interdependencia y la sostenibilidad del comportamiento seguro, es necesario mirar el lado humano de la prevención de manera profunda y no quedarnos en la superficie.

El proceso que abre el juego cooperativo, logra que el trabajador comprenda que no es necesario saberlo todo, que puede aprender y recibir el soporte de sus compañeros y jefes, que no está solo, que, si hoy no sabe algo, no está condenado a no saberlo nunca, lo puede aprender, ello refuerza la confianza en el equipo, y desde la confianza se hace posible la aparición de conductas seguras, en todos los niveles de la organización.

Bibliografía

Cascón P. (1992) El juego cooperativo en la educación. Revista aula de innovación educativa N° 7. Obtenido el 10 de noviembre del 2016 de http://www.grao.com/revistas/aula/007-juego-y-curriculo-escolar--dinamica-de-grupos/el-juego-cooperativo-en-la-educacion

Cerdas E. (2013) Experiencias y aprendizajes con juegos cooperativos. Revista de paz y conflictos. Vol. 6. Obtenido el 10 de noviembre del 2016 de http://revistaseug.ugr.es/index.php/revpaz/article/view/812/935

Dávila X. y Maturana H. (2008) Habitar humano en seis ensayos de Biología-cultural. Instituto Matriztico. Santiago, Chile.

Larrea S. Enemigos del aprendizaje: Una visión inicial del coaching y la vida. Ecuador. Extraído el 10 de noviembre del 2016 de https://www.usfq.edu.ec/sobre_la_usfq/servicios/educacion/escuela_de_empresas/Documents/articulos/ENEMIGOS%20del%20Aprendizaje-Sole%20Larrea%20V.pdf

Maturana H. & Verden- Zoller G. (2011) Transformación en la convivencia. J.C. Sáez editor. Santiago, Chile.

Maturana H. & Verden- Zoller G. (2011) Amor y juego: Fundamentos olvidados de lo humano. J.C. Sáez editor. Santiago, Chile.

Mendoza A. El efecto lúdico en el aprendizaje para adultos y en la dinámica de equipos. Escuela de empresas USFQ. Obtenido el 10 de noviembre del 2016 de https://www.usfq.edu.ec/sobre_la_usfq/servicios/educacion/escuela_de_empresas/Documents/articulos/El%20Efecto%20L%C3%BAdico%20en%20el%20Aprendizaje%20para%20Adultos%20y%20en%20la%20Din%C3%A1mica%20de%20Equipos.pdf




[1] Agresión: Es la clase de conductas relacionales a través de las cuales uno mismo, la otra, el otro, lo otro surge negado como legítimo otro en convivencia con uno. Se manifiesta de muchas formas, en la desconfianza, el control, la culpa, etc.
[2] Amar: Es la clase de conductas relacionales a través de las cuales uno mismo, la otra, el otro o lo otro, surgen como legítimo otro en convivencia con uno (Maturana y Dávila, 2008)
[3] Julio Olalla: Es reconocido como uno de los fundadores y maestro en la práctica del Coaching Ontológico por la Federación Internacional de Coaching (ICF), con formación en el campo de la Teoría del Lenguaje y la Educación. Desde 1980 dicta conferencias en materias de competencias comunicativas, desarrollo personal, liderazgo organizacional y desarrollo de Programas de Transformación Cultural en Argentina, Brasil, Chile, México, Venezuela, Australia, Canadá, España, Perú, Colombia, Estados Unidos, Singapur, entre otras naciones.

Autor:
Mg. Julissa Ittusaca Coloma
Consultor – Psicóloga – Coach profesional
Magister en Biología-Cultural
Soluciones Psicológicas
Fecha: 18/11/2016

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